sábado, 15 de agosto de 2009

Por la ciencia de la ficción


Un escritor amigo mío me dijo cuando lo conocí que no buscaba con su trabajo un golpe de fama, un libro que lo llevara a dar entrevistas o charlas, ni siquiera ser reconocido por sus pares. La pregunta me vino de las entrañas como un acto reflejo: ¿y para qué escribes? La respuesta la acuñé como mía y desde ese mismo instante me avergüenzo, en cierto modo, de haber proferido semejante interrogación.

Una pregunta más apropiada la formuló él mismo: "¿cuál es el género literario más ligado a la creatividad y el ingenio?" Para mí una cuestión muy difícil de responder, ya que a mi juicio el sólo acto de escribir (en general) está ataviado con la creatividad, cuando no de la imaginación desatada. No es fácil llenar el papel en blanco. Por suerte se trataba de una pregunta retórica y él mismo se encargó de contestar con un incontrarrestable "la ciencia ficción, amigo mío".

Me dio sus razones muy bien argumentadas, pero aun así no sabía si estaba de acuerdo y me encargué de manifestar mi resistencia con más preguntas, de ésas que empiezan con "¿y por qué, entonces...?" lo cual me dejaba en una posición defensiva, sin razón aparente. Cuando incluyó en su argumentación al subgénero de fantasía y terror, matizó mi reticencia, pero no la disminuyó. En conversaciones siguientes, ya con la fluidez que genera la confianza, debatimos amistosamente sobre la creatividad y la literatura, el ingenio y la fantasía.

Hoy pienso exactamente como él, pero no gracias a él.

Fue en el verano de 2008, varios años después, cuando me convencí de la superioridad creativa del supra-género formado por la ciencia ficción y la fantasía. Y al perpetrador le bastó sólo una hora para persuadirme completamente y ni siquiera estaba conmigo. Sucedió con una entrevista que vi en televisión, en el programa "Una Belleza Nueva" de Cristián Warnken, quien hizo un capítulo notable con Sergio Meier como protagonista.

Sergio Meier es un personaje sacado de sus historias, un hombre ilustrado y ucrónico, ansioso por el conocimiento y el culto a la imaginación, el dios "Los", según los relatos por los que él mismo se apersona de uno de sus referentes, William Blake. Sergio es un distinguido de la escena chilena, no sólo en el sentido de la elegancia que lo define más allá del estilo, sino además por su capacidad para marcar la diferencia siendo tempranamente un escritor de ciencia ficción y publicando en 1986 "El color de la amatista" con veinte años. Luego sería el primer representante y referente del steampunk en Chile, entregándonos, veintiún años más tarde, "La segunda enciclopedia de Tlön", excelente obra de los universos paralelos que fascinaban a Meier. Entre estos dos libros profundizó sus estudios filosóficos, científicos y literarios; participó en muchas antologías de ciencia ficción y fantasía, además de promover sus ideas y su visión del universo en charlas y seminarios.

Su forma de expresarse, de vestir y de trabajar recuerdan a un gentilhombre del siglo XVIII, época con la cual el mismo Sergio manifiesta sentirse a gusto. Sin embargo, sus pensamientos son de vanguardia, por lo cual se asocia con la ciencia ficción "dura", aquélla que contiene paradigmas físicos y matemáticos complejos de la mano de la ciencia moderna. En sus libros y relatos encontramos alusiones a científicos como Newton, Leibniz o David Bohm o la hermosura matemática de los fractales o el paradigma holográfico sintetizado a partir de varias obras de las mentes más brillantes de la historia del hombre. Este último tema se volvió una contribución de ésas que son "esenciales", traspasando al mundo de la filosofía y convirtiéndose en su fe poética.

Quienes lo conocen como amigo le llaman "el Lovecraft de Quillota" y Sergio Meier asegura que le ha tocado una vida similar a Howard Philips Lovecraft, incluso a su pesar, aunque fue el autor de una traducción apócrifa del estadounidense. ¿En qué se parecen? Primero, Quillota es un pueblo comparable a Providence, ciudad natal del norteamericano; ambos se recluyen de la urbanidad más agitada, en cierta forma; ambos hicieron de "ghost writers"; ambos son genios lúcidos que se interesan por la ciencia, pero desencadenan, tal vez por impetuosidad, en la literatura; y ambos son precursores de un estilo nuevo de literatura. Lamentablemente, sus coincidencias de vida llevaron a una ironía difícil de aceptar: ambos murieron jóvenes, el estadounidense a sus 46 y el chileno, con apenas 43 años, dejó páginas a medio escribir el día 31 de julio de 2009. Ambos escritores fallecieron producto de un cáncer y con un breve periodo de notificación.

Cuando le hice la pregunta "¿por qué escribes?" a ese otro escritor, me contestó que tenía una tormenta constante de ideas que necesitaba sacar para estar en tranquilidad. La manera de hacerlo era depositándolas en páginas y expresándolas a quien quisiera o pudiera leerlas, pero principalmente para sí mismo, para descubrir de qué se trataban realmente y ver qué forma adoptaban. Sergio Meier entrega sus ideas como pocos, seguro y convencido de ellas es capaz de dejarlas escapar y triunfar en la forma que adoptan. En una ocasión dijo que lo más importante son las ideas, los personajes se permearían de ellas. Me gustaría debatir sobre esto, me gustaría decirle a Sergio que estoy ansioso por su siguiente trabajo, que con sus libros y entrevistas y charlas y artículos dejó al género de la ciencia ficción y la fantasía en un sitial donde no admite cuestionamientos, el género de los nuevos profetas, el género literario que, por el sólo hecho de contar con representantes como tú, Sergio Meier, estoy seguro debe ser el más ligado a la creatividad y el ingenio.

"Que no está muerto lo que puede yacer eternamente,
y con los extraños eones incluso la muerte puede morir"
- H. P. Lovecraft, La Llamada de Cthulhu

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lunes, 11 de mayo de 2009

Sensibilidad de artista, no soy delincuente

En la era de la información... sí, tengo que partir con un cliché porque el tema central de este artículo es también trillado. Voy de nuevo, en la era de la información... mmmh, me arrepentí. Quiero una partida seria para un tema que parece estar plagado de intervenciones humorísticas, pero nunca nadie ríe. Ya sé, voy a ir contra mi estilo y no haré una ambientación para el tema principal del artículo. Aquí va:

En Chile se están discutiendo modificaciones a la ley de propiedad intelectual para actualizarla a los "nuevos" parámetros de la digitalización e Internet, actualmente en trámites en la cámara baja. Las recomendaciones de la nueva ley han sido pactadas entre cuatro paredes por el Gobierno y la Sociedad Chilena del derecho de Autor (SCD), o lo que es lo mismo, de espaldas a todas las personas, que se ven afectadas para bien o mal, por estas enmiendas.

No se puede, ni éticamente ni políticamente, ser juez y parte en las discusiones de tamaña trascendencia. La SCD hizo una huelga en momentos en que las manifestaciones le estaban pasando la cuenta al gobierno de Michelle Bachelet, lo que propició que llegaran a un "acuerdo". Increíblemente, en un estado que se publicita ciudadano y democrático, no sólo se cierran proyectos de ley como si de negocios se tratara sino que además la Ministra de Cultura de turno, Paulina Urrutia Fernández, niega los términos de éste públicamente. Obviamente termina por reconocer lo indesmentible, pero es realmente penoso.

Las leyes se debieran hacer para todos y con trascendencia a los gobiernos e instituciones, justas en su definición y aplicación para todos los ciudadanos y no para los que gritan más fuerte. Lo que consigue o, siendo estrictos, lo que pretende conseguir la SCD es que todos los chilenos seamos culpables de infringir el derecho de autor hasta que se demuestre lo contrario. Así es, al revés de lo que dicta la justicia y el precepto básico en que se construye una sociedad sana.

No voy a entrar en detalles de los "acuerdos", principalmente porque han sido cubiertos de manera importante por varios medios, como FayerWayer acá y acá, además de la ONG Derechos Digitales con su importante campaña "Trato Justos Para Todos" a la que invito a adherir.

Lo que quiero apuntar es el trabajo de los lobistas en las políticas llamadas "públicas". Si el gobierno puede llegar a acuerdos con distintas instituciones para evitarse problemas como gran argumento, entonces no existe ningún motivo para respaldar esas políticas. Y si ha sucedido esta vez, como en otras ocasiones, podemos tener razones en pensar que la confianza se ha menoscabado y que volverá a ocurrir. Me parece loable, sin embargo, que Internet sirva bien al propósito de difundir y detener estos actos, en último caso al menos denunciar.

Los invito a estar al tanto y participar en las campañas que van en beneficio de todos y no de algunos, porque no soy delincuente... ¿O sí?

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lunes, 16 de febrero de 2009

Cine en su casa. ¿No, gracias?

A finales de 2007, una noticia que incluso tenía la facultad de ponerme de mal humor era la trillada "guerra entre HD-DVD y Blu-Ray". Dos gigantes tecnológicos, Toshiba y Sony, retrasaron sus buenos años la incorporación al mercado del formato físico de alta definición por su incapacidad de llegar a un acuerdo por un sistema común que rescatara lo mejor de ambos bandos. Claramente, ambos querían ser los grandes beneficiados y creían tener entre manos la mejor opción.

Llegó 2008 y en el Consumer Electronics Show llevado a cabo en enero se comenzó a oír un rumor antipático: el formato de Toshiba, el radiante medio de alta capacidad, la tecnología que había tardado más de 6 años en completarse y había reunido a lo mejor de los fabricantes de tecnologías, estaba al borde del precipicio desde que Disney y Paramount le habían quitado el respaldo en favor del hijo de Sony. Finalmente, en un comunicado oficial fechado el 19 de febrero de 2008, Toshiba dio por perdida la batalla en su perjuicio y se retiró con la cola entre las piernas.

Para Sony, un escenario nuevo. Habían ganado la guerra de formatos con una de sus tecnologías. Después de fracasos reiterados que se remontan a la era en que el VHS se impuso al Betamax de la casa nipona, más tarde el MiniDisc, el formato de grabación DVD+R y el formato MicroMV de video digital para cámaras personales, y más recientemente los formatos de memorias portátiles "Memory Stick" y UMD. Todas éstas sólo parte de la historia de batallas perdidas del gigante del Sol Naciente.

Hoy día, un año después de esa gran victoria, la pregunta obvia es ¿qué tan bien ha capitalizado la gente de Sony el ir corriendo solos con su formato? Bueno, les anticipo que parte de la respuesta es "no están solos".

Toda guerra tiene perdedores en ambos bandos, porque si bien Sony venció, las batallas que se sucedieron llegaron más allá del tiempo que uno pensaría como suficiente y el mercado hace mucho rato estaba listo para las películas y contenidos en alta definición de audio y video. Por supuesto, nadie iba a apostar tan decididamente a un contendor, por lo que varios apostaron a sí mismos.

Apple, Amazon, NetFlix y otros vendedores de contenidos comenzaron a desarrollar sus propios sistemas de distribución y licenciamiento de material en alta definición, especialmente películas de culto, estrenos recientes y conciertos. Además, en Estados Unidos, Europa y Japón se comenzaron a transmitir series y películas por la señal abierta en alta definición. Para la hora en que Blu-Ray arribó como único formato físico post DVD, el público estaba con el hambre saciada y las ansias calmas.

El año 2009 se presenta, entonces, como un año crucial para que Blu-Ray despegue de una vez por todas. Lo que juega a favor de Sony, por el momento, es que el material en BD (Blu-Ray Disc) es de mucha mejor calidad que aquél preparado para descargas desde Internet, que no pueden ser mayores a 10 GB para ser comercialmente aceptables. Lamentablemente, lo que juega en contra es más fácil de sostener como argumento. Si yo fuera a recomendar un reproductor de Blu-Ray no lo haría a cualquiera y no tiene que ver con el precio (que ya que estamos es muy alto todavía), tiene que ver con el leitmotiv.

Me explico, cuando el VHS dominaba en nuestros hogares y comenzó a aparecer ese disco que parecía un CD con películas "interactivas" y con mejor calidad de audio y video, sólo necesitábamos cambiar nuestro viejo reproductor por un DVD player, manteniendo la misma tele vieja y ya podíamos disfrutar de juegos, extras, escenas, audio envolvente, subtítulos o doblaje desde nuestros DVD. El valor agregado era notable y el cambio no costaba mucho. O sea, la famosa relación Costo/Beneficio se inclinaba a nuestro favor. Ahora, esto no se repite porque la diferencia entre DVD y Blu-Ray no está en el fondo, sino en la forma. Si bien los discos BD tienen perspectivas de mejorar la interacción con el espectador, lo que tenemos hoy día es un menú interactivo, extras, opciones de audio, escenas, es decir lo mismo que en un DVD. Es cierto, ahora el menú principal lo podemos desplegar mientras sigue la película, pero esto no es sufieciente cambio como para justificar la migración.

Donde sí está el cambio radical es en la imagen y en el sonido. La imagen se ofrece mayoritariamente en alta definición 1080p (full HD), con una nitidez que no se puede creer. El audio por su parte se ofrece en una de 3 excelentes modalidades sin pérdida (sin compresión): PCM Lineal, Dolby TrueHD o DTS-MA HD. Todas con hasta 7.1 canales de sonido envolvente simultáneo.

Pues bien, decía que el cambio de VHS a DVD fue notable sólo reemplazando el repoductor. En el caso de la transición desde DVD a Blu-Ray, si sólo cambiamos el reproductor, me atrevo a decir que no habrá mayor cambio. Para disfrutar completamente la experiencia se requiere partir por un televisor de alta definición (HDTV), luego el reproductor Blu-Ray y finalmente un sistema de sonido a la altura (receptor + parlantes + subwoofer). En la suma total una inversión que no está al alcance inmediato de cualquier familia. Ésta es sólo la primera restricción, si bien la más importante. La segunda guarda relación con la sala donde situar todos estos componentes y se podrá entender que necesitamos un gran espacio para que no tengamos un "cine en casa" para uno. Si además pensamos que hay mucha gente que se conforma con bajar películas desde Internet y escuchar en estéreo, entonces vemos el público reducirse drásticamente.

Por lo anterior, a un año de que Sony lleve compitiendo solo como formato físico, aún existen aprehensiones sobre su idoneidad para convertirse en el sucesor del DVD. Las mejoras en el ancho de banda comercial y la preparación para el futuro de las empresas de cable como distribuidores de contenido en HD hacen esperar con entusiasmo lo que se viene, pero debería hacer reaccionar a Sony para que no genere más trabas de las recomendadas (como cobrar excesivas cuotas por licencias a los fabricantes de reproductores Blu-Ray).

Para 2009 todos los estudios cinematográficos importantes se han comprometido a liberar sus mejores películas en formato de alta definición, y las descargas (compras y arriendo) desde Internet se asoman como un gran canal al alcance de todos los bolsillos. Puede ser que Sony haya ganado la guerra y la sorpresa de este nuevo estado los haya dejado preguntándose qué se necesita ahora, cuál es el siguiente paso. Pero también puede ser que el gigante japonés haya ganado la guerra en el frente equivocado.

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