lunes, 18 de octubre de 2010

Estamos bien

Uno de los 33
Claro, ahora todos se suben al carro de la victoria. Ahora, sí pues, ahora todos son portadores de esperanza y optimismo. Todos dicen haber sabido en el fondo que todo iba a estar bien. Yo no tengo vergüenza en admitir que fui de los primeros en descartar toda luz de esperanza, en decir, no sin pesadumbre, que probablemente todos, los 33, estaban muertos. Y a pesar de lo que la mayoría dice ahora, la verdad es que no estaba solo en mi sentir. Si no, no se explica el estallido en júbilo que se presenció el día 22 de agosto de 2010, cuando los mineros enterrados a setecientos metros de profundidad lograron comunicarse con una milagrosa sonda que le apuntó al lugar donde esperaban 33 almas en buenas condiciones. No pude dejar de sentir que la opción más extraña e improbable se estaba dando: todos en buenas condiciones después de un derrumbe de cientos de toneladas. Fue emocionante, sobretodo por las familias que llevaban en vigilia diecisiete días y diecisiete noches para entonces, sin saber si sus seres queridos vivían.

Después del golpe de optimismo, recobré mi metódica actitud y pensé que el tiempo para sacarlos se extendería más allá de lo que permitiría a los mineros mantener el buen juicio. Por eso me sorprendí enormemente cuando el denominado Plan B llegó al taller donde esperaban los siniestrados.

Me dio la impresión que el ascenso sufriría demoras producto de problemas de salud que manifestarían los rescatados o que el artilugio que los transportaba a la superficie fallaría o se atascaría. Nada de aquello pasó.

En realidad, mirando en retrospectiva y dada la magnitud del accidente, como rescate todo salió de la mejor manera posible. El Gobierno de Chile hizo una labor incansable y comprometida incluso desde el momento en que parecía que se harían responsables de una tragedia. Los técnicos y equipo de campo no descansaron y todo el país se unió con fuerza: artistas, deportistas, obreros, artesanos, uniformados, profesionales de la salud. Porque cada uno de los 33 representaba a cada uno de los diecisiete millones. Éramos todos los que necesitábamos ser rescatados.

El rescate terminó en tiempo récord, con un registro impecable y una organización envidiable. Y yo nunca estuve más feliz de haberme equivocado tan sistemáticamente.

Para la anécdota quedará el número 33 que vimos en la cantidad de hombres atrapados, en la cantidad de días de trabajos de perforación antes de llegar a ellos, en la cantidad de carácteres del mensaje con que los mineros se comunicaron con el exterior "ESTAMOS BIEN EN EL REFUGIO LOS 33" y otros hechos. Pero es precisamente este último mensaje el que me hace pensar más allá de la numerología. Cuando se pudo establecer comunicación directa con los atrapados lo primero que supimos es que estaban preocupados por los que iban saliendo, es decir no sabían si se habían salvado o quedado atrapados en otra parte, no obstante el
mensaje leía "los 33", como si todos supiéramos quienes serían y como si ellos supieran que no había más en su situación. Nada de teorías paranoicas ni nada similar, pero es una cosa que no me he podido explicar como todo el éxito sin inconvenientes.

Quizás sólo pienso que todo el rescate fue demasiado bueno para ser cierto. Pero seguro que "los 33" poco se preocupan por esto, en realidad poco les debe importar muchas de las cosas "superficiales" de la vida, luego de haber vuelto desde el fondo de la montaña y transformarse en el ejemplo de lucha, organización, temple, determinación y valentía. Y con ellos, todos los chilenos. BlogBooster-The most productive way for mobile blogging. BlogBooster is a multi-service blog editor for iPhone, Android, WebOs and your desktop

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