sábado, 12 de julio de 2008

Escribe y vencerás (o cómo aprendí a leer)

Estuve pensando pausadamente y reiteradamente en por qué escribir las opiniones personales en un lugar tan público como éste. Me repetí a mi mismo que no obedece a un ánimo de figuración. Me aseguré que no tiene que ver con la moda actual ni con ese concepto manoseado hasta el cansancio, "globalización" le llaman. Sigo intentando convencerme, aún sin éxito, de que no es un acto de manifestación pasiva.

La verdad es que escribir siempre ha sido mi mejor forma de expresión, pero también es verdad que del dicho al hecho hay mucho trecho (que vendría siendo lo mismo que "el papel aguanta mucho"). Aquí puedo escribir lo que me parezca y ver que tan en sintonía estoy con el mundo alrededor. Esto último es importante, pero no es suficiente para explicar mi "necesidad" de escribir este blog.

Fue en un momento de búsqueda interior y ya de desprecio por este proyecto cuando Mohammed Maree vino al rescate en una noticia inspiradora que me puso de vuelta en la pista y renovó mis bríos. En este punto abandono un momento la contemplación incesante de mi ombligo y les cuento acerca de Mohammed (nada sobre su ombligo, en todo caso).

En abril de este año, James Karl Buck, un estudiante de 29 años egresado de la Universidad de California, Berkeley, estaba trabajando en su tesis que consistía en un proyecto de fotografía. Se encontraba en la ciudad textil de El-Mahalla El-Kubra cuando conoció a Maree, un estudiante egipcio de medicina veterinaria de 23 años que se interesó inmediatamente en el proyecto de Buck. De esta forma se ofreció a ayudarlo como intérprete y lo acompañó a una serie de protestas de opositores al gobierno que se manifestaban en contra de los bajos sueldos y el alza en los alimentos. En estos eventos Buck pretendía obtener buenas instantáneas.

Fue en una de estas protestas donde Buck y Maree cayeron detenidos y fueron llevados a una estación de policía. Buck hizo en ese momento algo que representa fielmente la socialización de la red de redes: utilizó su teléfono celular para enviar un mensaje a su blog en Twitter, un sitio que unifica los conceptos de weblog y mensajería instantánea.

Su mensaje era sólo una palabra: “Arrestado.” Esto movilizó a todos sus contactos y en pocas horas Buck era liberado gracias a los abogados contratados por su universidad. Maree, sin embargo, no contaba con este respaldo y permaneció detenido.

Buck, con un sentimiento de culpa incontenible, se dio a la tarea de mostrar al mundo la injusticia que representaba la privación de libertad de su traductor. Siguió publicando artículos en su blog, creó una petición de firmas en línea y logró llamar la atención de autoridades en Estados Unidos y Egipto. Finalmente, luego de tres meses de incertidumbre, desinformación por parte del gobierno egipcio, tortura en la forma de choques eléctricos y golpes, además de la preocupación de la comunidad internacional, Mohammed Maree fue liberado y retornó con su familia.

James Buck pudo respirar aliviado y lo primero que hizo cuando se enteró de la noticia fue publicar en su blog a las 9:09 p.m. del martes 8 de julio la libertad de su amigo en mayúsculas.

Lo que logró Buck en abril de este año fue motivarse a combatir la injustica, motivar a sus contactos a hacer propia esta lucha, motivar a las autoridades a desempeñar su papel, motivar, finalmente, a la comunidad internacional a ejercer presión.

Seguramente lo menos valioso de los logros de James Buck fue su efecto en mí, pero lo cierto es que después de mucho tiempo esta historia fue el catalizador para decidirme a escribir en este espacio. Entendí que la necesidad que sentía tenía que ver con una necesidad de especie: compartir. Entendí el valor que tiene la opinión cuando es expresada y aprendí que leer es un acto lejano de la pasividad.

La historia de Buck y Maree, entonces, también sirvió para motivar a mi decisión de dar el paso, de transformar la opinión en un argumento, de llevar mis ideas al debate y comprender puntos de vista que ni siquiera me he planteado. Si tuviera que declarar cómo se traduce todo esto en la práctica puedo decir, aliviado también, que se resume en el acto de haber llenado la hoja en blanco que por años tuve frente a mí.

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